las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de ganancias
De acuerdo con Marx, la tasa de ganancia tiende a caer en el curso del desarrollo capitalista porque, como regla general, la composición orgánica del capital se eleva relativamente más de prisa que la tasa de plusvalía. De todos modos, en la medida en que la tasa de la ganancia manifiesta una tendencia descendente por la razón dicha, parece claro que tenemos la base para una teoría de la crisis. En este sentido, las crisis, juegan un papel importante en el reclutamiento del ejército de reserva. Conforme se desarrolla el capitalismo, las fluctuaciones agudas en la tasa de la acumulación, que en parte son ocasiones por, y en parte conducen a revoluciones en la técnica, se convierten cada vez más en una regla. Las crisis que son provocadas por una reducción del lucro consiguiente a un alza en los salarios, se suponen condiciones “extremas” aquellas de acuerdo con las cuales no sólo la tasa de ganancia, sino también la cantidad absoluta de la ganancia, sufre una reducción.
Un ritmo acelerado de acumulación da lugar a una reacción bajo la forma de crisis; la crisis se convierte en depresión; la depresión, engrosando el ejército de reserva y despreciando los valores del capital, restablece el ánimo de lucro en la producción y por este medio pone la base para que se reanude la acumulación. La repetición de todo el proceso es ahora simplemente una cuestión de tiempo. Esta es realmente más que una teoría de la crisis, es esencialmente una teoría de lo que los modernos economistas llaman el ciclo económico en su conjunto.
De esta forma, Marx consideraba el ciclo económico como la forma específica del desarrollo capitalista, y la crisis como una fase del ciclo. La cadena causal corre de la tasa de la acumulación al volumen del empleo, del volumen del empleo al nivel de los salarios y del nivel de los salarios a la tasa de la ganancia. Un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario obstruye la acumulación y precipita una crisis, la crisis se convierte en depresión y, finalmente, la depresión crea de nuevo las condiciones favorables para una aceleración del ritmo de la acumulación. Como dice Sweezy, la crisis no es el resultado sino más bien la causa de un déficit de demanda efectiva. La dificultad no reside en ningún sentido en la escasez de mercados, sino en una distribución insatisfactoria (desde el punto de vista capitalista) del ingreso entre los que perciben salarios y los que perciben plusvalía.
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