domingo, 11 de diciembre de 2011

mi grupo_avance 1

Lo que a continuación expongo es un fragmento del trabajo de mi grupo. Nuestro intención es ser acercar a todos vosotros una realidad muy llamativa pero también muy desconocida. Entendíamos que era importante compartir esto con todos vosotros.
(…) entrevistamos a Márcio Catunda, Jefe del Gabinete de Prensa y Divulgación de la Embajada de Brasil en Madrid. La idea original, era establecer una entrevista en primera persona. Para ello concertamos una entrevista personal en la Embajada de Brasil en Madrid. Sin embargo, cuál fue nuestra sorpresa, una vez trascurrido un tiempo estimado de una hora, su secretaria nos informó que por motivo de una eventualidad imprevista, no iba poder acudir a nuestra reunión. Ante esa situación, le dimos un formulario con las preguntas programas para la entrevista, y solicitamos formalmente que por favor no diese respuesta a las mismas. En efecto, el propio Márcio nos dio contestación, y nos la hizo llegar. En este sentido, lo que se expone a continuación es precisamente las respuestas de Márcio Catunda a nuestras preguntas.

Presentación: Consejero Márcio Catunda, Jefe del Gabinete de Prensa y Divulgación de la Embajada de Brasil en Madrid.
Pregunta: ¿Qué ve diferente de su país aquí?        
Respuesta: España es una civilización más antigua, en el sentido de que la colonización brasileña vino a través de la Península ibérica y la cultura española está formada por diferentes aportes culturales, como los romanos, los cartagineses, los árabes y los cristianos occidentales. Brasil es un país más joven, que no tuvo apenas tiempo de consolidar su madurez en términos de civilización. Creo que ésta es la principal diferencia.
P: ¿Con qué se quedaría de España y que se llevaría a Brasil?         
R: Con la literatura, el teatro y los paisajes naturales de algunos de sus regiones. También con la música y la pintura. En fin, con los aportes culturales que España legó al mundo a lo largo de su historia.
P: ¿Qué piensa de su tierra? ¿Qué es lo primero que le viene a la mente?               
R: Los años vividos en Brasil. Sobre todo los de la infancia y adolescencia. Pienso que el concepto de patria es algo muy subjetivo y tiene que ver con las experiencias personales vividas por quien siente el aprecio y la estima por el lugar donde vivió tales experiencias.
P: Por favor, enuméreme tres adjetivos que caractericen Brasil.   
R: Comunicación fluida, creatividad prolífica, espíritu festivo y alegre.
P: ¿Cuál es su escritor/a de verso o prosa de referencia en su tierra? ¿Y respecto a músicos? ¿Anhela algún plato en particular?             
R: Escritores: Jorge Amado, Câmara Cascudo, José de Alencar, Graciliano  Ramos, Machado de Asís y Guimarães Rosa.          
Poetas: Augusto dos Anjos, Vinícius de Moraes, Manuel Bandeira, Gonçalves Dias.                           
Músicos: Villa-Lobos, Camargo Guarnieri, Francisco Mignone
Gastronomía: Pescado, preparado de diferentes formas
P: ¿De qué manera definiría a la gente de Brasil?                  
R: En la respuesta anterior ya lo menciono.
P: ¿Qué opina del actual Gobierno? ¿Y de Lula?     
R: Sigue la misma línea de optimismo y emprendimiento del anterior. Me parece que está ahí, de modo general, en el camino cierto.
El movimiento de rescatar la ciencia en las capacidades brasileñas es una virtud desarrollada a partir del gobierno de Lula.
P: ¿Está conforme con el protagonismo actual de la esfera internacional?
R: El Presidente Lula hizo grandes inversiones en la política exterior brasileña, dinamizando su actuación, a través de acciones en organismos internacionales y la creación de nuevas embajadas. Es justo que se pueda cosechar lo que se ha sembrado.
P: En estos momentos de incertidumbre en Europa ¿Cual entiende que es la postura que debe adoptar Brasil?     
R: Brasil seguirá siendo con sus principios básicos de actuación internacional que se resumen en la intención de mantener buenas relaciones con todos los pueblos del mundo y defender la paz mundial.
P: Es evidente que hay unos avances en cuanto a seguridad innegables pero ¿Brasil es seguro? ¿Ha disminuido como indican la pobreza? 
R: Creo que algo ha mejorado en lo que concierne a la seguridad, pero todavía hay mucho que hacer. En cuanto a la pobreza, la tendencia es que se reduzca poco a poco, en consecuencia del progreso económico que el país viene conquistando en los años recientes.
P: ¿Cual es su opinión acerca de MERCOSUR?        
R: MERCOSUR ha contribuido al desarrolla brasileño en la medida que el comercio y las relaciones de amistad con los países vecinos que lo constituyen ha significado un importante incremento en la balanza comercial y un avance en el intercambio cultural.
P: Permítame a modo de conclusión formularle una última pregunta acerca de la nueva etapa que se abre en el horizonte de España con motivo de las pasadas elecciones del 20 de Noviembre. ¿Cómo valora dicho resultado?     
R: En cuanto a la nueva etapa de la vida española, lo único que puedo decir es que hago votos e que todo ocurra de la forma que satisfaga todas las expectativas de esta nación a la cual me siento hermanado, no sólo por vínculos ancestrales sino también por afinidad sentimental.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

mi libro_cometas en el cielo

Hace unos años fue mi hermano el que me dio a conocer un libro. Un libro que no olvidaría. Me refiero al primer libro de Khaled  Hosseini, un médico musulmán que huyó a Estados Unidos tras la entrada de los talibanes .De alguna forma podemos pensar que se trata de un relato autobiográfico.
Está ambientado en Afganistán (1975) durante la invasión rusa previa a los talibanes. La novela narra la vida de dos niños afganos -Amir y Hassan- y construye una impresionante historia de encuentro-desencuentro, amistad-traición, en la que destaca un hilo conductor que vertebra el libro: el arrepentimiento del protagonista. Motivo: una cometa es la causa de su culpa y la llave de su salvación. “Cometas en el cielo” va creciendo en intensidad, si bien, engancha desde la primera página, no hay nada superfluo. Mantiene en todo momento un ritmo sostenido que nos va conmoviendo. Recoge momentos duros y sangrientos, pero se trata de una violencia medida, con la contrapartida de una dosis justa de ternura. En algunas ocasiones se puede respirar una violencia más sutil, pero también, más dura: la mezquindad humana en un forcejeo con los sentimientos. A la vez hay páginas impregnadas de nobleza y humanidad y  destaca el valor por la verdad y el honor.
Si es verdad que me sorprendió que se tratase de su primera obra y la facilidad para crear ambientes tan variados y de una naturaleza tan diversa. El autor utiliza a veces el relato directo con descripciones costumbristas, llenas de colorido. Recurre también a la tercera persona, distanciándose un poco de la narración, y con frecuencia se vale del monólogo interior en los momentos en que quiere reflejar los sentimientos más íntimos del protagonista. Recojo el párrafo con el que arranca el primer capítulo:
“Me convertí en lo que hoy soy a los doce años. Era un frío y encapotado día de invierno de 1975. Recuerdo el momento exacto: estaba agazapado detrás de una pared de adobe desmoronada, observando a hurtadillas el callejón próximo al riachuelo helado.  De eso hace muchos años, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos.”
Se trata sin duda de un libro más que aconsejable. Es más invito a leerlo. Esto es así porque nos muestra de una forma muy humana el desastre de la guerra, el exilio, la traición, la insidia. Si bien nos hacer ver también el valor del honor, el compromiso, el esfuerzo, y el tesón.
Hay que mencionar, que este libro tiene una película (del mismo nombre). En este sentido, si bien es cierto que las versiones de las películas no se asemejan en muchas ocasiones fielmente al libro, esta película se trata de una aproximación acertada, en la medida en que consigue transmitir, a partir de una bonita música así como una buena selección de imágenes y creación de escenarios muy llamativos, los principales valores y esencias.
En definitiva, agradeceré siempre a mi hermano la oportunidad que me dio al hacerme participe de esta historia. Siempre le daré las gracias por compartir conmigo una historia que nunca olvidaré. Así mismo, quería compartirla con vosotros.

martes, 6 de diciembre de 2011

paul sweezy_coclusiones

En este sentido, la obra de Paul, constituye el mejor compendio y extensión al siglo XX de la teoría económica de Marx. Expuesta con sencillez y claridad (por un economista muy bien considerado en Estados Unidos) el libro ahonda en las raíces y fundamentos de la teoría capitalista desde una perspectiva absolutamente nueva, y desconocida hasta el momento.
En este sentido el autor, considera que la teoría económica que se presenta en su libro puede usarse realmente en las presentes circunstancias, y se propone realizar una exposición clásica e increíblemente clara de la economía de Marx. Tomando como punto de partida el, (tan debatido y discutido) concepto del capital, trata de aportar una convincente explicación de la economía Marxista.

De acuerdo a la metodología que se inició al principio del curso, y que defendemos con la propia dinámica clase a clase, compartir los blogs constituye un elemento básico e imprescindible en la esencia de la asignatura. De esta forma, para llevar a cabo esta ambiciosa tarea que me he propuesto, he tratado a la vez de una lectura exhaustiva del libro, proceder a compartir la información de la que nos hacemos partícipes. Sin duda éste es el principio que abogamos con esta metodología.

paul sweezy_capítulo 10

CRISIS DE REALIZACIÓN
El descenso en el lucro es la causa inmediata del estallido de una crisis. Se habla de crisis de realización al resultado de la incapacidad de los capitalistas para realizar el valor integro de las mercancías que producen. Se dan dos tipos de crisis. En primer lugar las crisis que vienen de la “desproporcionalidad” y el segundo lugar las crisis derivadas del “subconsumo de las masas”.
De esta forma con la primera tienen que ver con lo que se ha llamado desproporcionalidad entre las diversas ramas de la producción que, a su vez, tiene sus raíces en el carácter anárquico y simple de la producción. La desproporcionalidad es siempre una de la posible causa de las crisis, y es seguramente un factor de complicación en todas las crisis, sea cual sea la causa básica de éstas. El hombre a quién se debió principalmente la popularidad de la teoría de la desproporcionalidad entre los socialistas fue el economista Michael Tugan-Baranowsky. Tugan rechazaba lo que veía como las dos explicaciones de la crisis presentadas por Marx, a saber, 1) que las crisis son provocadas por la tendencia descendente de la tasa de la ganancia, y 2) que las crisis resultan del subconsumo de las masas. Se deshizo de la primera alegando que un ascenso en la composición orgánica del capital, lejos de conducir a una caída en la tasa de la ganancia, como suponía Marx, debe conducir a un ascenso en la tasa de ganancia. Intentó refutar la segunda mediante la demostración de que no podía haber sobreproducción o déficit de la demanda independientemente de lo que suceda con el consumo, en tanto la producción sea correctamente proporcionada a las diversas ramas de la industria. Tugan, con esta teoría, pretendía minar todas las versiones de la explicación de la crisis por el subconsumo. Y, al hacerlo así, daba la clave para la interpretación de Marx sobre la relación entre el consumo y las crisis.
En lo que se refiere a las crisis que provienen del “subconsumo de las masas”, Tugan hace una negación de la interdependencia entre la producción y el consumo. Los autores marxistas recibieron la teoría de Tugan de modo desfavorable. No se puede decir que todos ellos vieran en el déficit del consumo una causa inevitable u al menos muy importante de las crisis, pero ninguno podía digerir la idea de que la producción pudiese aumentar de manera indefinida independientemente del nivel o la tendencia del consumo. Schmidt sostenía que la demanda definitiva o del consumo es la fuerza animadora de la economía y es la que mantiene en marcha el aparato de la producción. Kautsky plantea que la producción es y sigue siendo producción para el consumo humano y Boudin afirma que los medios de producción son medios para la producción de artículos consumibles. Por consiguiente, donde no hay demanda de artículos consumibles la producción es sobreproducción. Bajo todas estas críticas yace una idea, a saber, que el proceso de la producción es y debe seguir siendo, independientemente de su forma histórica, un proceso destinado a producir artículos para el consumo humano. Es decir, la producción es producción para el consumo. El problema de las crisis para Marx seria que la teoría del subconsumo es la causa de las crisis capitalistas. En introducción a la crítica de la economía política señala que el consumo engendra la producción, que el consumo reproduce la necesidad. Los medios de producción no se producen nunca si no es con el propósito de utilizarlos para producir artículos de consumo. Las relaciones sociales de la producción capitalistas imponen una restricción del consumo y al mismo tiempo estimulan a los capitalistas a intentar un aumento ilimitado de la producción. En esta obra Marx describe esta característica fundamental del capitalismo: el consumo del trabajador es en promedio igual a sus costos de producción, no a lo que él produce. Toda la plusvalía la produce para otros. El capitalista industrial se apropia directamente el producto excedente. Marx señala la contradicción “fundamental” del capitalismo: la producción carece totalmente de objetivo a menos que se la encauce hacia una meta precisa hacia el consumo, pero el capitalismo trata de ampliar la producción sin ninguna referencia al consumo, que es el único que puede darle un sentido. Marx relaciona las crisis y la producción estancada con la magnitud del consumo. La creación de plusvalía es el objeto del proceso directo de la producción. Marx describe la depresión como un período en el que el aumento de la producción es detenido por una demanda insuficiente del fruto final de la producción, a saber, los artículos de consumo. La correspondiente noción de la prosperidad encara un período en el cual se producen más medios de producción de los que pueden ser utilizados. El capitalismo tiene una tendencia innata a ampliar la capacidad de producción de artículos de consumo más rápidamente que la demanda de artículos de consumo. Si se verifica la tendencia al subconsumo ella explica tanto las crisis como los períodos de estancamiento. La acumulación por los capitalistas es en parte consumida por los obreros y en parte invertida en medios de producción adicionales.
Señala que el hecho básico del capitalismo es la urgencia de los capitalistas por hacerse ricos. La satisfacción de este deseo exige dos pasos: 1) obtener tanta ganancia como sea posible; y 2) acumular una parte de ella tan grande como sea posible. El primero implica la mejora continua de los métodos de producción, usando cada vez más maquinaria y materiales por obrero; el segundo implica la acumulación y una ganancia total creciente. Es decir, la acumulación sube como una proporción de la plusvalía y la inversión sube como una proporción de la acumulación. En otras palabras, la proporción de la tasa de aumento en la producción de artículos de consumo con respecto a la tasa de aumento de los medios de producción permanece invariable. Por lo tanto el “subconsumo” y la “sobreproducción” son las dos caras de una misma moneda. El capital y su auto expansión aparecen como el punto de partida y de llegada, como el motivo y el propósito de la producción; la producción es meramente producción para el capital y no viceversa. Los medios de producción son simples medios de un sistema de incesante expansión para beneficio de la sociedad de los productores. Lenin sostenía que en el capitalismo existe una contradicción entre la producción y el consumo, o en otras palabras, una tendencia al subconsumo. Afirmaba que el subconsumo lejos de contradecir la explicación basada en la desproporcionalidad era tan solo un aspecto de ésta.

paul sweezy_capítulo 9

las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de ganancias
De acuerdo con Marx, la tasa de ganancia tiende a caer en el curso del desarrollo capitalista porque, como regla general, la composición orgánica del capital se eleva relativamente más de prisa que la tasa de plusvalía. De todos modos, en la medida en que la tasa de la ganancia manifiesta una tendencia descendente por la razón dicha, parece claro que tenemos la base para una teoría de la crisis. En este sentido, las crisis, juegan un papel importante en el reclutamiento del ejército de reserva. Conforme se desarrolla el capitalismo, las fluctuaciones agudas en la tasa de la acumulación, que en parte son ocasiones por, y en parte conducen a revoluciones en la técnica, se convierten cada vez más en una regla.      Las crisis que son provocadas por una reducción del lucro consiguiente a un alza en los salarios, se suponen condiciones “extremas” aquellas de acuerdo con las cuales no sólo la tasa de ganancia, sino también la cantidad absoluta de la ganancia, sufre una reducción.
Un ritmo acelerado de acumulación da lugar a una reacción bajo la forma de crisis; la crisis se convierte en depresión; la depresión, engrosando el ejército de reserva y despreciando los valores del capital, restablece el ánimo de lucro en la producción y por este medio pone la base para que se reanude la acumulación. La repetición de todo el proceso es ahora simplemente una cuestión de tiempo. Esta es realmente más que una teoría de la crisis, es esencialmente una teoría de lo que los modernos economistas llaman el ciclo económico en su conjunto.
De esta forma, Marx consideraba el ciclo económico como la forma específica del desarrollo capitalista, y la crisis como una fase del ciclo. La cadena causal corre de la tasa de la acumulación al volumen del empleo, del volumen del empleo al nivel de los salarios y del nivel de los salarios a la tasa de la ganancia. Un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario obstruye la acumulación y precipita una crisis, la crisis se convierte en depresión y, finalmente, la depresión crea de nuevo las condiciones favorables para una aceleración del ritmo de la acumulación. Como dice Sweezy, la crisis no es el resultado sino más bien la causa de un déficit de demanda efectiva. La dificultad no reside en ningún sentido en la escasez de mercados, sino en una distribución insatisfactoria (desde el punto de vista capitalista) del ingreso entre los que perciben salarios y los que perciben plusvalía.

paul sweezy_capítulo 8

la naturaleza de las crisis capitalistas
Aunque Marx nunca perdió de vista la cuestión de las crisis y la menciona constantemente en la mayoría de sus obras, nunca tuvo ocasión de dedicarse a un estudio exhaustivo de las mismas. Sweezy nos advierte de que recogerá en este capítulo los estudios de los más destacados autores marxistas sobre la materia. En primer lugar parece evidente señalar que una crisis de sobreproducción (aquella en la que las mercancías se acumulan porque no se pueden comprar), solo puede darse en una sociedad los suficientemente avanzada. Las sociedades basadas en el trueque o en las que la producción está organizada por una solo autoridad (economía patriarcal, p.e.) sufren escasez u otros tipos de crisis, pero no la sobreproducción. Este tipo concreto de crisis se da cuando alguien rompe la cadena de compras y ventas de mercancías (M-D-M). Esto hace que también sea improbable su incidencia sobre sociedades tan orientadas al cambio como las de producción simple de mercancías. La ley de Say (por Jean Baptiste Say, discípulo francés de A. Smith), que establece que a una venta le sucede siempre una compra inmediata de igual importe de manera que la cadena M-D-M no se puede romper, es claramente aplicable a las sociedades de producción simple de mercancías. Sin embargo, su generalización al caso de la producción capitalista es un error duramente criticado por Marx, que afirma que el dinero no solo actúa de mediador entre una compra y una venta, sino que verdaderamente las separa, convirtiéndolas en operaciones distintas e independientes. La mayor diferencia de la producción capitalista con respecto a la producción simple es su forma de circulación D-M-D’. Este esquema de circulación es el que siguen los capitalistas, los obreros siguen en el esquema M-D-M. En el esquema D-M-D’ lo que motiva el movimiento no es la búsqueda de unos valores de uso, sino la expansión del valor , la apropiación de más riqueza. Se busca, por tanto, que D’ – D = ∆D sea positivo y lo mayor posible. Son precisamente las fluctuaciones de ∆D (que en último extremo es lo mismo que hablar de las fluctuaciones en la tasa de ganancia g = ∆D/D) las que pueden provocar que no sea interesante para el capitalista lanzar su capital a la circulación y prefiera retenerlo, causando así la interrupción del ciclo y dando el primer paso hacia la crisis de sobreproducción. Para que esto ocurra no es siquiera necesario que ∆D sea negativo o igual a cero, basta con que descienda por debajo de lo que los capitalistas consideren que es su valor usual. Si esto ocurre, retendrán su capital en espera de que ∆D alcance de nuevo ese valor. De hecho, la crisis en sí misma es el mecanismo que provocará que ∆D remonte y alcance (o incluso supere) sus niveles anteriores, pues generará más desocupados, eliminará competencia, abaratará las mercancías, etc.
Si el análisis anterior es correcto, el estudio debe centrarse en las causas que provocan un descenso en la tasa de ganancia. Con esto en mente, Sweezy señala dos tipos posibles de crisis:
- La crisis relacionada con la tendencia descendente de la tasa de ganancia, que como ya vimos era consustancial al sistema de producción capitalista, de manera que las crisis serían periódicamente inevitables.
- La crisis de realización. Es la que tiene lugar cuando una mercancía no se puede vender a su valor. En ese caso el problema está en realizar el valor que, en un sentido físico, ya está incorporado a la mercancía.

paul sweezy_capítulo 7

la transformación de los valores en precios
El capítulo siete, comprende el último de la segunda parte del libro por lo que no voy a poder profundizar demasiado en este tema. En este libro, Sweezy coge como referencia la obra inacabada de Marx “El Capital” y para empezar este capítulo menciona como en todo el primer volumen desarrolla su análisis como si la ley del valor controlara directamente los precios de todas las mercancías, lo que es lícito si la composición orgánica del capital es la misma en todas las ramas de la producción, pero, cuando este caso no se da, en el mundo real, aparece una gran dificultad. Según Marx, una situación de equilibrio debe darse por la igualdad de las tasas de ganancia rendidas por todas las industrias dels istema. Por lo que se puede llegar a la conclusión de que la teoría del valor antes mencionada es incompatible con los fenómenos reales de la producción, el método de transformación del valor en precio de Marx es insatisfactorio. Sin embargo, Sweezy nos expone una solución alternativa en manos de Bortkiewicz, (al haber identificado el error de Marx y haber calculado el esquema del valor en términos de dinero) que con su método se demuestra que sólo en el caso de que la composición orgánica del capital sea igual a la composición orgánica social media del capital el precio y el valor total son idénticos.
De todas formas, Marx consideró el cálculo del precio como secundario, él estaba interesado en el ingreso total, su división entre las diferentes clases sociales y la forma en que estas cantidades totales operan en el curso del desarrollo del sistema capitalista. Pero para seguir en la línea de este capítulo, lo siguiente que nos afirma Sweezy es que las leyes del movimiento de la producción capitalista pueden, en principio, ser analizadas y descubiertas mediante el uso, ya sea del cálculo del precio o del cálculo de valor. Pero, ¿por qué no empezar por el cálculo del precio si en el mundo real se opera con dicho concepto? Y esto lo responde nuestro autor afirmando que el cálculo del valor es el que hace posible observar bajo los fenómenos superficiales del dinero y las mercancías, las relaciones subyacentes entre hombres  y las clases, al contrario que el cálculo del precio que oscurece las relaciones sociales subyacentes de la producción capitalista.

paul sweezy_capítulo 6

la tendencia descendiente de la tasa de la ganancia
Relacionando el hecho de que los avances de la técnica son lo que permite la existencia del ejército de reserva y, a su vez, la acumulación de capital con la fórmula g = p’ (1 – o), Marx desarrolla la ley de la tendencia descendente de la ganancia. Si suponemos que p’ es constante y o es creciente por la mayor productividad y uso de tecnología, g tiende forzosamente a disminuir. Todo esto se ve atenuado por el hecho de que p’ es variable, no constante. Esta ley no implica que en tipo de producción la ganancia tenga tendencia a descender. Esto solo ocurre en el modo de producción capitalista, correspondiente a una época determinada y limitada en el desarrollo de las condiciones materiales de la producción. Sweezy analiza cinco “causas que contrarrestan” la ley de la tendencia. Estas cinco causas serían el abaratamiento de los elementos del capital constante, debido al aumento de productividad (una máquina produce más unidades, el valor que traspasa a cada unidad es menor), el aumento de la intensidad de la explotación (al alargarse la jornada laboral aumenta el gasto en salarios), la depresión de los salarios más debajo de su valor (que se menciona de pasada), la sobrepoblación relativa (los obreros desocupados provocan un aumento de la ganancia, como ya hemos visto) y el comercio exterior (a través del cuál se pueden abaratar costes de materias primas y maquinaria).
Sin embargo hay un punto débil en la ley: la suposición de la tasa de plusvalía como constante. En términos de su propio sistema teórico, difícilmente se justifica la suposición de Marx de una tasa constante de la plusvalía coexistiendo con una composición orgánica ascendente del capital. Un ascenso en la composición orgánica del capital significa necesariamente un aumento en la productividad del trabajo, lo que conlleva una tasa más alta de plusvalía. Algunos autores marxistas argumentan que el ascenso en la composición orgánica del capital y el aumento de la tasa de plusvalía son de magnitudes tan distintas que la suposición de p’ se convierte en una simplificación válida. Para Sweezy no hay evidencias en este sentido y, en general, considera este planteamiento de Marx como poco convincente. En su opinión es la tendencia a la acumulación la que provoca la tendencia descendente de la ganancia, pero los capitalistas contrarrestan esta dinámica con el ascenso en la composición orgánica del capital o con el aumento de la intensidad en la explotación.
Finalmente Sweezy menciona otras fuerzas que afectan al devenir de la tasa de ganancia. Como fuerzas tendentes a deprimirla nombra a los sindicatos y la acción del Estado en beneficio de los trabajadores. Como fuerzas que hacen que la tasa de ganancia suba menciona a las organizaciones patronales, la exportación de capital, la formación de monopolios o la acción del Estado a favor del capital.

paul sweezy_capítulo 5

LA ACUMULACIÓN Y EL EJÉRCITO DE LA RESERVA

El capitulo comienza con la análisis de la estructura del capitalismo de Marx, que ha llamado “Reproducción simple”. Este concepto consiste en que la escala de la producción no cambia de un año a otro. Esta producción se divide en dos grandes ramas: Producción de medios de producción; producción de artículos de consumo. El capital constante empleado en la rama de artículos de consumo debe ser igual al capital variable más la plusvalía de la rama que producen los medios de producción. Es la condición básica de la “Revolución simple”, es la oferta total de mercancías.
Además de estas dos categorías de producción existe el ingreso, que se divide en tres etapas:
-  El ingreso del capitalista que debe gastar en medios de producción para mantener su posición.
-  El ingreso del capitalista que es libre de gastar en el consumo.
-  El ingreso del trabajador.
En este sentido estos tres constituyen la demanda de mercancías. Para que haya un equilibrio en este sistema, la suma de la demanda y de la oferta de mercancías debe balancearse. Este sistema no existe en la realidad. “La reproducción simple” omite de tener en cuenta el interés del capitalista a ampliar su capital, omite la acumulación del capital que constituye la fuerza motriz del desarrollo del capitalismo. Un factor de los capitalistas para la acumulación es emplear los métodos técnicos más avanzados y eficientes. El objetivo es obtener más plusvalía. Marx la va a llamar la “Reproducción Ampliada”. Este concepto muestra la interrelación de las ofertas y las demandas cuando la acumulación se tiene en cuenta (cuando los capitalistas no consumen ya totalmente la plusvalía).  La acumulación conlleva un aumento de la demanda de fuerza de trabajo, pero la fuerza de trabajo no se vende a su valor, no hay igualdad entre fuerza de trabajo y salarios. La plusvalía depende de la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor de la mercancía que el trabajador produce.
La solución de Marx a este problema es el “Ejército de reserva de trabajo”. Consistente en obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante hacia abajo en el nivel del salario. El empresario reduce el salario sustituyendo empleados por maquinas. El principio del ejército de reserva es independiente de cualquier suposición particular sobre la población para Marx. Es lo que lo opone a las teorías clásicas. En las teorías clásicas, los salarios se regulan según factores externos al sistema como la población. En la teoría de Marx son principalmente las innovaciones tecnológicas las que se utilizan para economizar trabajo, como se recluta el ejército de reserva, y solo por la existencia continua del ejército de reserva deben existir la plusvalía y la clase que ella sostiene.

paul sweezy_capítulo 4

PLUSVALÍA Y CAPITALISMO
En este capítulo, el autor comenzará explicando el concepto de capitalismo y todo aquello que le es necesario para que pueda llevarse a cabo, el desarrollo de la producción de mercancías.
Es importante señalar la distinción entre producción de mercancías y capitalismo, puesto que, aunque el capitalismo se base esencialmente en ello, no toda la producción de mercancías implica necesariamente el capitalismo. La diferencia principal del capitalismo se basa en la compra y venta de la fuerza de trabajo, basándose por ello en continuas relaciones de cambio, como bien expuso Marx, se trata de una nueva época en el proceso de producción social. Y es que, en el capitalismo tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo son mercancías, por lo que poseen valor de cambio. A lo largo de la historia se han producido diversos cambios ya que la producción simple de mercancías consistía en cambiar mercancía por dinero y este a su vez por nuevas mercancías que satisfacían las necesidades nuevamente generadas (M-D-M); sin embargo, en el capitalismo se cambia dinero por mercancía y esta a su vez por dinero (D-M-D'), el dinero es el principio y el fin. Pero hay que señalar que el valor del primer dinero es totalmente distinto al obtenido tras la venta de la mercancía, por lo que hay que diferenciarlos. Al primer “dinero” se le denomina D y al segundo D´, siendo ésta última D´ de mayor valor que la primera, pues el objetivo de dicho cambio es la obtención de una continua acumulación (de riqueza). A esta diferencia es lo que Marx llama plusvalía.
Sin embargo, algunos economistas ortodoxos mantiene que, la adquisición de plusvalía como incentivo de la producción proviene de una característica innata de la naturaleza humana, el llamado “móvil de la ganancia”, siendo no el sistema capitalista, si no el ser humano el que, con continuas ansias de poder, ha fomentado el concepto y desarrollo de “plusvalía”. Para conocer el origen de la plusvalía, según Marx, es necesario analizar el valor de la mercancía fuerza de trabajo, siendo ésta el trabajo mismo. El capitalista compra la fuerza del trabajo del obrero, es decir, al obrero mismo, quien durante un periodo de horas laborales acordado previamente, recibirá un salario (suma correspondiente al valor de los medios de subsistencia del obrero), a cambio de realizar el trabajo que le sea impuesto. Dichas horas laborales, traducidas en la jornada de trabajo del obrero, puede dividirse en dos partes; el trabajo necesario y el trabajo excedente. El trabajo necesario es aquel que el obrero intercambia para compensar sus medios de subsistencia, es decir, es el que obtiene el obrero a modo de salario; mientras que el trabajo excedente es aquel que se da una vez cumplido el trabajo necesario, convirtiéndose en plusvalía, y siendo un beneficio perteneciente al capitalista. En cuanto al valor total de cualquier mercancía, este está compuesto por tres partes; el capital constante (c) que es aquel que no cambia, representando el valor de la maquinaria y de los materiales utilizados; el capital variable (v) que es aquel que cambia, dependiendo del valor de la fuerza de trabajo; y por último la plusvalía (p), obteniendo con todo ello, como ya hemos dicho, el valor total de una mercancía. Este valor total equivale a las entradas brutas por ventas, el capital constante al desembolso en materiales más depreciación, el capital variable al desembolso en sueldos y salarios, y la plusvalía al ingreso disponible, tras todas estas operaciones, para su distribución como interés y dividendos o para su reinversión en el negocio. La tasa de plusvalía (p´) es la porción de la plusvalía (p) con respecto al capital variable (v). Según Marx esta tasa es sólo propia de las sociedades capitalistas. La tasa de explotación es la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Esta tasa, en cambio, es propia de cualquier sociedad. La magnitud de la tasa de plusvalía está determinada por tres factores: la duración de la jornada de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo.
En cuanto a la plusvalía hay que distinguir dos tipos: la plusvalía absoluta, aquella que se obtiene de aumentar las horas de trabajo del obrero y la plusvalía relativa, que es aquella que se puede obtener por dos vías, o bien disminuyendo el salario del obrero o bien haciéndole aumentar su productividad. Lo que Marx llama composición orgánica de capital se deriva de la fórmula del valor total. La composición orgánica de capital (o) es la proporción del capital con respecto al capital total. Aquí, el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo. El punto seis del capítulo trata sobre la tasa de ganancia (g), es decir, la proporción de la plusvalía (p) con respecto al desembolso total de capital (c+v). Para explicar mejor la teoría, Marx supone que todo capital tiene un idéntico período de rotación de un año, ya que en la práctica el total de inversión no es generalmente igual que el capital empleado durante un año, ya que el tiempo de rotación de los distintos elementos de la inversión total varía de forma notable. También se supone que la tasa de ganancia es igual tanto en las industrias como en las empresas. Si tanto las tasas de plusvalía como las tasas de ganancia son iguales en todas partes, se entiende entonces que, si el cambio de mercancías debe realizarse de acuerdo con la ley del valor, la composición orgánica del capital debe ser igual en todas partes.

paul sweezy_capítulo 3

EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO
El punto de partida, para Sweezy es que en toda sociedad, es esencial que el trabajo se aplique a la producción y que los productos sean distribuidos entre los miembros de la sociedad, entonces, lo que cambia en el curso de la historia es la forma de organizar y llevar a cabo estas actividades. La necesidad de distribuir el trabajo social en proporciones no puede ser eliminada por la forma particular de la producción social, sino que sólo cambia la forma que asume. Entonces, la forma que esta división proporcional del trabajo opera, se manifiesta en el cambio privado o valor de cambio de los productos. La tarea de la teoría del valor cualitativo fue descubrir las implicaciones de esta forma de producción, en términos de relaciones sociales y conciencia social, ya que el estudio del valor de cambio mismo es sólo el comienzo de la ciencia económica y no su objetivo último. Para Marx, existe una correspondencia exacta entre las proporciones del cambio y las proporciones del tiempo de trabajo. De esta manera, en la determinación del valor no debe tomarse en cuenta más trabajo que el socialmente necesario, es decir, necesario en las condiciones sociales existentes, con las condiciones normales de producción y con el grado de habilidad medio. Asimismo, el trabajo más cualificado que el trabajo simple, debe tener correlativamente una mayor capacidad de producir valor. Entonces, la relación entre ambos tipos de trabajo es teóricamente susceptible de medición independientemente de los valores de mercado de sus productos, siendo el trabajador calificado más proeficiente por habilidad natural superior o por un entrenamiento superior. Ciñéndose a la regla de que la superioridad del más diestro se manifiesta independientemente de la línea de producción en que pueda ser empleado. Por otro lado, si la diferencia entre dos obreros es por cuestión de entrenamiento, es que el obrero emplea indirectamente una parte del trabajo de sus maestros y no sólo su propio trabajo. En la práctica, estas diferencias pueden ser el resultado de una combinación de diferencias en habilidad y entrenamiento. Marx hizo notar que las diferentes proporciones en que diferentes clases de trabajo se reducen a trabajo no calificado como su norma son establecidas por un proceso que tiene lugar a espaldas de los productores y por consecuencias, parecen ser fijadas por la costumbre. En contraposición, los críticos de la teoría del valor de Marx, han sostenido que la reducción del trabajo calificado a trabajo simple implica el razonar en un círculo vicioso. Por ello, los talentos especializados no tienen gran importancia, en lo que se refiere a la vasta mayoría de los obreros productivos. Para el autor siempre debe existir una relación de cambio estable entre los productos, porque si no se produciría un desequilibrio. Entonces, tanto la oferta como la demanda están equilibradas sólo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla o a la inversa, se establecerán precios proporcionales a los tiempos de trabajo sólo en caso de que las fuerzas competidoras de la oferta y demanda puedan trabajar libremente, por lo tanto, la teoría de la determinación de los precios por la oferta y la demanda concurrentes, no sólo no contradice la teoría basada en el trabajo, sino que es parte de ella.
De esta forma, la relación entre demanda y oferta, explica por una parte las desviaciones de los precios de mercado, y por otra, la tendencia a hacer fluctuar estas desviaciones, es decir a suspender el efecto de la relación de demanda y oferta. Entonces, el precio de mercado de una mercancía coincide con su valor real, en el momento en que oferta y demanda se equilibran mutuamente y cesan de actuar.
A Marx se le acusa de haber ignorado el papel de la demanda, este punto carece de importancia en la medida en que la discusión se limita a las proporciones del cambio en una sociedad de producción simple de mercancías, pero cuando se concibe para una forma más amplia de producción, ahí si es necesario conocer tanto la proporción del cambio como la distribución del trabajo, siendo necesario contar con dos clases de información: La información sobre el costo relativo en trabajo y la información sobre la intensidad relativa de la demanda de un trabajo u otro. Así, con esta información es posible determinar lo que puede llamarse equilibrio económico. Por ello el cargo que se le hace a Marx de ignorar la demanda no puede sostenerse con éxito.
En cuanto al valor de uso de las mercancías individuales, el autor apunta que depende de la necesidad particular que cada una satisface, en cambio, el valor de uso de la masa social de productos, depende de la medida en que satisface en cantidad, una necesidad social precisa de cada clase particular de producto. Por lo tanto, la necesidad social, es un factor determinante de la cantidad de trabajo social que deben suministrar las diferentes esferas particulares.
A la hora de examinar el reconocimiento que Marx hacía tan claramente a cerca del papel que juega la demanda en determinar la asignación del trabajo social, se plantean dos cuestiones ¿Por qué le dio un espacio tan breve dentro de su teoría? y ¿por qué no elaboró una teoría de la opción de los consumidores? Para responder a esto, hay dos razones, en primer lugar bajo el capitalismo la demanda efectiva es sólo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores, y en segundo lugar, está la cuestión básica de la distribución del ingreso, que a su vez es un reflejo de las relaciones de producción o estructura de clase de la sociedad. No hay que olvidar que la demanda social está esencialmente condicionada por las relaciones mutuas de las distintas clases económicas y sus posiciones económicas relativas, es decir primero por la proporción entre la plusvalía total y los salarios, y segundo por la división de la plusvalía en sus diversas partes. La cantidad de estas necesidades es muy elástica y cambiante, aunque pueda parecer que del lado de la demanda existiese una magnitud precisa de necesidades sociales.
Para Marx los gustos de los consumidores (aunque no los considera del todo relevantes) juegan un papel importante a la hora de determinar la asignación de los esfuerzos productivos. Esto se debe a que pensaba que las necesidades, en medida en que no surgen de requerimientos biológicos elementales, son un reflejo del desarrollo técnico y organizacional de las sociedades. Por eso no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino que, por el contrario su existencia social determina su conciencia. Asimismo, todo cambio en los gustos de los consumidores es incidental a la acción de los productores y suscitado por ella. Sweezy dirá que en cuanto a la ley del valor de Marx resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías que regula, siendo éstas: las proporciones del cambio de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. Entonces, una sociedad de productores privados que satisfagan sus necesidades por el cambio entre ellos sería la condición básica para la existencia de una ley del valor. Siendo esta última esencialmente una teoría de equilibrio general desarrollada en primer término con referencias a la producción simple de mercancías y adaptada después al capitalismo. De tal forma que en una sociedad productora de mercancías, no simplemente existe el caos sino que también el orden.
En relación a la ley interna del mercado Sweezy dirá que se cumple meramente por medio de la competencia entre los productores, por la presión mutua de uno sobre el otro, mediante la cual se equilibran las diferentes desviaciones. Entonces, la ley del valor ejerce aquí su influencia, manteniendo el equilibrio social de la producción entre las fluctuaciones accidentales. De esta manera, la ley del valor pierde su pertinencia y su importancia, el principio de planeación le sustituye, en la economía política de una sociedad socialista la teoría de la planeación debiera ocupar la misma posición básica que la teoría del valor en la economía política de una sociedad capitalista. Entonces, el precio según Marx, es tan sólo la expresión monetaria del valor, no obstante en su obra, aparece luego el término precio de producción, que es distinto al precio en sí, este término se refiera a las modificaciones de los valores.
El autor aclarará que a la hora de hablar de precio de monopolio, queremos decir en sentido general un precio determinado sólo por el deseo de adquirir de los compradores y por su solvencia, independientemente del precio, que es determinado por el precio de producción general y por el valor del producto. Por lo tanto, la demanda adquiere una significación especial, ya que el control de la oferta por el monopolista le permite aprovecharse de las condiciones de la demanda. Por otro lado el autor señala que las relaciones de valor cuantitativamente son perturbadas por el monopolio, las relaciones del valor cualitativo. Es decir el monopolio no altera las relaciones sociales básicas de la producción de mercancías, ni cambia la conmensurabilidad esencial de las mercancías. Entonces podemos seguir midiendo y comparando mercancías y conjuntos de mercancías en términos de unidades de tiempo de trabajo, aún bajo condiciones de monopolio.

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EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO
Sweezy habla de la mercancía como todo lo que se produce más para el cambio que para uso del productor, por ello el estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio. Por otro lado, el cambio, es anterior a la división del trabajo y causa de ella, la producción de mercancías es la forma inevitable de vida económica, aunque luego se contradice esta premisa, diciendo que la producción de mercancías es una forma histórica condicionada y que de ningún modo puede presentarse como manifestación directa del hombre.
En contraposición, para Adam Smith el origen de todo es el aumento en la productividad es la división del trabajo, siendo Smith incapaz de concebir la división del trabajo independientemente del cambio.
Para el autor, la forma universal e inevitable de la vida económica es la producción de mercancías, que tiene sus raíces en la naturaleza humana, siendo la ciencia económica es la ciencia de la producción de mercancías. Marx no niega la existencia de una relación entre la producción de mercancías y la división del trabajo, pero no se trata de ningún modo de la firme y rígida relación que describe Smith. Para Marx, los productos frutos del trabajo, sólo pueden convertirse en mercancías, los unos con relación a los otros, como fruto de diferentes clases de trabajo. Por eso los economistas deben dirigir su mirada al carácter de las relaciones sociales subyacentes en la forma de mercancía, las tareas de la economía políticas no son sólo cuantitativas sino también cualitativas. Sweezy destaca que el valor de uso no da una mercancía ningún carácter peculiar, este valor expresa cierta relación entre el consumidor y el objeto consumido, sin embargo algunos piensan que éste estaba excluido por Marx en sus investigaciones ya que no daba cuerpo directamente a la relación social, pero el autor hace hincapié en que esto no es así, ya que este es un prerrequisito del consumo y Marx no lo excluyó de su estudio. Por otro lado, el valor de cambio es una forma exterior de la relación social entre los propietarios de mercancías, los productores individuales que trabajan aisladamente, en realidad trabajan los unos para los otros. Por así decirlo el cambio de mercancías es el cambio de productos del trabajo de productores individuales. Entonces, una mercancía es un valor de uso por su utilidad y un valor por que incluye la división del trabajo y producción privada. Para Sweezy, dentro del valor de cambio, existe un valor que yace oculto. Por eso, el trabajo abstracto, representado por el valor de las mercancías, es un concepto importante en el pensamiento marxista, esta expresión equivale a lo que es común a toda actividad productiva. De esta forma, la reducción de todo trabajo a un común denominador, no es una abstracción arbitraria dictada por Marx, sino una abstracción que pertenece al propio capitalismo. Asimismo, en la sociedad capitalista, una porción dada del trabajo humano se provee de acuerdo con la demanda cambiante, es muy importante el volumen total de la fuerza de trabajo social y su nivel general de desarrollo, por que de ello dependen las potencialidades productivas de la sociedad. Entonces, las diferencias entre los distintos trabajos son de segunda importancia, la indiferencia hacia la clase particular de trabajo, corresponde a una forma de sociedad, en donde los individuos pasan fácilmente de una clase de trabajo a otra, por lo que el trabajo es una forma de crear riqueza.
Para el autor la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto desvela las formas especiales que el trabajo puede adoptar, una suma de fuerza de trabajo social susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo a la necesidad social. Por ello, una mercancía tiene en común con todas las demás, en que absorbe una parte total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad.
En cuanto al análisis cualitativo Sweezy dirá que éste determinará tanto la significación básica, como las tareas principales de la teoría del valor cuantitativo. Entonces, Marx dirá que en el valor de cambio, está sólo la forma fenomenal bajo la cual se oculta el valor mismo. De esta manera, la magnitud del valor expresa la conexión que existe entre cierto artículo y la parte del tiempo total de trabajo de la sociedad que se requiere para producirlo, la preocupación por las proporciones de cambio del trabajo ha hecho que se deje en segundo plano el carácter de las relaciones sociales. En cuanto a la producción de mercancías, Marx pensará en ésta como la relación básica entre los hombres adoptando la forma de una relación entre cosas y ésta materialización de las relaciones sociales será la base del Fetichismo. Ya que el carácter fetichista del mundo de las mercancías tiene su origen en el carácter social peculiar del trabajo que produce mercancías. De esta forma, los artículos de utilidad se convierten en mercancías sólo porque son productos de individuos privados o grupos de individuos que realizan su trabajo independiente, por ello, las relaciones entre el trabajo de individuos privados aparecen no como relaciones directas entre personas en su trabajo, sino como relaciones materiales de personas y relaciones sociales de cosas. El autor deja claro que todo esto se tiene lugar bajo las condiciones de un capitalismo relativamente avanzado, señalando que en Europa Occidental durante los siglos XVII y XVIII, el productor individual trataba a su prójimo sólo a través del mercado, donde los seres humanos no son más que instrumentos, donde el proceso de producción tiene dominio sobre el hombre. Entonces se produjo un cambio de actitud que fue el reflejo del comienzo de la producción de mercancías, aun así existe una profunda creencia en el carácter impersonal y automático del orden económico, así como es característico del capitalismo, existe aún cierto prejuicio contra la acción social. En cuanto a la materialización de las relaciones sociales, hay que señalar su profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, ya que las categorías de la economía capitalista han sido consideradas como si fueran inevitables categorías de la vida económica general. Entonces, no se puede negar que algunos rasgos son comunes a todas las formas de economía social o sistemas económicos sociales. No obstante incluirlas todas éstas en un solo juego de categorías e ignorar sus diferencias específicas, sería como una negación de la historia.
No hay que olvidar que los únicos que se preocupan en poner al descubierto las relaciones sociales subyacentes en las formas de producción de mercancías son los críticos del orden social como Marx. En una sociedad capitalista, los individuos, como propietarios de mercancías, están en un plano de igualdad perfecta, sus relaciones mutuas no son las relaciones entre amo y siervo de un régimen de status personal, sino las relaciones contractuales entre seres humanos, libres e iguales. Sin embargo el obrero no advierte que su falta de acceso a los medios de producción lo obliga a trabajar en condiciones dictadas por aquellos que tienen el monopolio de los medios de producción y que, por lo tanto está siendo explotado para beneficio de otros, igual como el siervo. Por el contrario, el mundo de las mercancías aparece como un mundo de iguales, donde el obrero vende su fuerza y mientras se le pague su verdadero valor, todas las condiciones están satisfechas, es decir se admite la apariencia como verdadera representación de las relaciones sociales.
Entonces, sólo se puede ver con claridad la verdadera estructura capitalista mediante un análisis crítico de la producción de mercancías, un análisis que penetre a través de las formas superficiales de hombre a hombre, donde. Esto hay que tenerlo muy en cuenta, debido a que la producción de mercancías ha ocultado el verdadero carácter de las relaciones sociales a las que da cuerpo, ha creado la racionalidad económica sin la cual un pleno desarrollo de las fuerzas productivas sería imposible. A pesar de esto, no se debe considerar el sistema como un todo planeado y racional, porque existe una creciente irracionalidad en su funcionamiento como un todo.

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EL MÉTODO DE MARX
A través del método abstracto-deductivo, Marx aceptaba y practicaba lo que los teóricos modernos han llamado el método de las aproximaciones sucesivas. Esto consiste en avanzar paso a paso de lo abstracto a lo concreto, eliminando suposiciones simplificantes en las etapas sucesivas de la investigación, de modo que la teoría pueda tomar en cuenta y explicar una esfera cada vez más vasta de fenómenos reales.
En cuanto a la abstracción, uno debe decidir que abstracción hacer y cuál no, de aquí surgen dos cuestiones: ¿Qué problema se examina? y ¿Cuáles son los elementos esenciales del problema? La respuesta es, no existen dos investigadores que manejen sus materiales de la misma forma.
Sweezy señala que Hegel afirma que durante el proceso del entendimiento científico, es de importancia distinguir y poner en relieve lo esencial en discrepancia con lo llamado no esencial. De esta forma, poner en relieve lo esencial y hacer posible su análisis, será la tarea específica de la abstracción. No hay que olvidar, que en la práctica se precisa formular hipótesis acerca de lo que es esencial, profundizar en éstas hipótesis y comprobar las conclusiones con los datos de la experiencia.
Marx, al aceptar la trayectoria de la Rhenische Zeitung, entró en contacto con nuevas ideas sociales provenientes de la ciencia del derecho y la filosofía, además de conectar con ideas socialistas y comunistas. De esta forma, se involucró al estudio intenso del socialismo y del comunismo, rompió con su pasado filosófico y alcanzó la madurez del punto de vista desde la cuál escribiría sus obras económicas posteriores, su actitud ante la economía política se formó y determinó mucho antes de que decidiera hacer los estudios económicos su principal ocupación. Para Marx, su principal preocupación, era la sociedad en su conjunto, y sobre todo el proceso del cambio social. Siendo de gran importancia la economía política, ya que en su esfera se encuentra el ímpetu del cambio social. Marx no trataba de reducirlo todo a términos económicos, sino que intentaba buscar la verdadera interrelación de los factores económicos y no económicos en el conjunto social, desenmascarando así la ley económica del movimiento de la sociedad moderna.
Sweezy destaca también cómo Marx utiliza aquellos elementos del pensamiento de Hegel que hacían énfasis en el proceso y desarrollo a través del conflicto entre fuerzas opuestas y en cómo siguió con los conflictos históricos decisivos hasta sus raíces en el modo de producción, hasta descubrir lo que llamó conflictos de clase. De lo cual se desprende que las relaciones económicas esenciales son aquéllas que están debajo y se expresan en la forma de conflictos de clase. En cuanto a los factores de producción, Marx advirtió la tendencia a poner el acento principal en la tierra y la renta, considerándola descaminada. Para él es el capital la fuerza que todo lo domina en la sociedad burguesa, la relación entre el trabajo asalariado y el capital determina todo el carácter de este modo de producción. Por lo tanto, la sociedad conjunto se divide cada vez más en dos, la burguesía y el proletariado. Para Marx, esta relación debe ser el centro de la investigación y el poder de abstracción debe ser utilizado para poder analizarla. De esta forma, la adopción de esta actitud requiere un procedimiento que implica por lo menos dos pasos distintos. En primer lugar que todas las relaciones sociales hay que suponerlas provisionalmente alejadas, para reintroducirlas luego una a una, en una etapa ulterior. Y en segundo lugar que la relación capital-trabajo debe reducirse a las características y tendencias estructurales de toda la sociedad. Esta relación entre capital-trabajo, es una relación de cambio y todo lo que se destina al cambio es una mercancía. En cuanto a la validez de las leyes o tendencias en el volumen I de “El Capital” de Marx es relativa al nivel de abstracción en el cual han sido derivadas y en la medida de las modificaciones que deban sufrir cuando el análisis se lleva a un nivel más concreto. Gran número de críticas hechas a la economía política de Marx, están basadas consciente o inconscientemente. En cuanto a los resultados obtenidos de esta abstracción, tienen un carácter provisional, por lo tanto su validez es relativa al nivel de abstracción en el cual han sido derivadas y en la medida de las modificaciones que deban sufrir cuando el análisis se lleva a un nivel más concreto. Una abstracción apropiada debe responder a estas tres cuestiones: ¿Están hechas con la debida consideración del problema que se estudia?, ¿Eliminan los elementos no esenciales del problema? y ¿Se abstienen de eliminar los elementos esenciales? Marx analiza la realidad mediante un método básicamente histórico. Ya que para él, la realidad social no es el proceso de cambio inherente a un juego de relaciones determinado, es el proceso histórico. Los sistemas sociales como los individuos, recorren un ciclo de vida y abandonan la escena cuando las formas de desarrollo de las fuerzas productivas se convierten en su problema. Por lo tanto, el proceso del cambio social, no es puramente mecánico, sino que es el producto de la acción humana limitada en forma precisa por la clase de sociedad. Asimismo, del capitalismo se puede entender y criticar lo que pasa dentro del marco del sistema, pero no se puede entender ni evaluar lo que le pasa al sistema.

paul sweezy_introducción

La sociedad es algo más que un número de individuos, pues entre ellos existen relaciones precisas más o menos estables que, en cierta manera, determinan la forma de su estructura. Muchos economistas, al abordar este problema, consideran el sistema económico en términos de relaciones entre hombres y cosas, y no en términos de relaciones entre hombres con hombres (relaciones sociales). Esto decidió a Sweezy a escribir el presente libro apoyándose en la economía marxista tal como fue establecida originalmente por el autor de 'El capital'. 'No debe pensarse -dice- que esto implique ninguna intención de revelar lo que Marx 'quiso decir'.
El análisis parte de las bases del pensamiento marxista: la teoría del valor y la plusvalía, y considera las diferentes contribuciones de los teóricos sobre este punto. De aquí, Sweezy pasa al examen de la dinámica del sistema capitalista a través del proceso de acumulación, y continúa con las crisis y las depresiones. Esta parte cuenta, además, con un importante capítulo acerca de la controversia sobre el 'Derrumbe' y la participación de Rosa Luxemburgo en estas discusiones. El final se refiere concretamente al imperialismo tomando en cuenta el desarrollo del capital monopólico y su culminación en la exportación de capitales.